Creatividad: copiar como un artista o robar como un genio
“Los grandes artistas copian, los genios roban”. Pablo Picasso.
Estaría bien afirmar que todos los genios son ladrones de ideas? ¿Podríamos considerar así a Shakespeare, Da Vinci, Bach, Orson Welles, entre otros miles de miles?
Ciertamente el maravilloso arte de estos genios no surge de la nada, sino de “robar” y/o “copiar” a otros genios, maestros, así como a hombres y mujeres comunes.
Crear a partir de algo robado, requiere de una enorme genialidad, la necesaria para hacer de una inspiración, de una o varias ideas, algo nuevo, único y singular.
Un buen ejemplo somos nosotros mismos, que somos copias, de quienes son a su vez copia de otras copias.
La genialidad de quienes roban o del arte de copiar, no es una idea novedosa de la película “Los piratas de Silicon Valley ” sobre la vida de Steve Jobs y la controversial invención de Apple en la cual es citada la célebre frase de Picasso, muy por el contrario, es tan vieja como la misma Biblia, que expresa “No hay nada nuevo bajo el sol” (Eclesiastés 1:9).
La creatividad entendida de este modo es infinita, tiene sustancia para surgir eternamente y en cualquier lugar, como dice el escritor André Gide: “Todo lo que necesita decirse ya se ha dicho. Pero, como nadie estaba escuchando, todo tiene que decirse de nuevo”.
La intención de esta nota es ayudarnos a liberarnos de la carga de tratar de ser completamente originales y asumir nuestras influencias en vez de renegarlas y huir de ellas.
A quienes la creatividad es nuestro pan de cada día, nos viene bien recordar que nada surge de la nada. Todo gesto creativo nace de otros que lo preceden, y en este sentido NADA es auténticamente original.
“¿Qué es la originalidad? El plagio no detectado.”
—William Ralph Inge
“El único arte que estudiaré serán las cosas de las que pueda robar.”
—David Bowie